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De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad, cerca de 17 millones de niños y adolescentes, entre 5 y 17 años de edad, sufren algún trastorno psicológico grave que amerita tratamiento especializado. Las alteraciones psicológicas en la infancia han sido tradicionalmente clasificadas en dos patrones básicos: 

Síndromes internalizantes o emocionales

Están relacionadas con inestabilidad del estado de ánimo, problemas de concentración y somáticos, nerviosismo, inseguridad, miedos, fobias, tristeza, apatía, disforia, inquietud, tensión, preocupación, obsesiones, culpabilidad, trastornos del sueño, pesadillas¹.  

Diversos estudios epidemiológicos señalan que los trastornos de ansiedad son los de mayor prevalencia durante la infancia y la adolescencia, e informan de tasas de prevalencia que van desde el 2.6% al 41.2%. La ansiedad de separación es más común en niños y la fobia social en adolescentes².

Se ha documentado que los trastornos de ansiedad pueden iniciar en la niñez³, hacia los 11 años de edad, que siguen un curso de deterioro hacia la adolescencia y la adultez, y que se vinculan con problemas tales como el bajo rendimiento escolar, deficiencias en la interacción social y conductas de aislamiento. Además, su comorbilidad con la depresión se calcula entre un 30 y un 60%. Al igual que con la depresión, los trastornos de ansiedad co-ocurren con el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, el trastorno de conducta y con el abuso de sustancias tóxicas.

Externalizantes o de comportamiento

Interfiere en el óptimo desarrollo evolutivo del niño, tanto a nivel cognitivo como de relación con la familia e integración con el resto de compañeros de su edad. se expresa en trastorno de de deficit de atencion con o sin hiperactividad (TDA-H) y trastorno de oposición desafiante (ODD), su prevalencia mundial se estima en torno al 7%, según la Encuesta Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud y Protección Social (2015) en Colombia el 5% de los niños padecen trastornos mentales como déficit de atención y ansiedad por separación, el 44% de los niños tiene al menos uno de los síntomas presuntivos, el 80% de esos niños seguirá teniendo problemas en la adolescencia y entre el 30-65% en la edad adulta.

 

El TDAH es un síndrome neurobiológico caracterizado por la presencia de un desarrollo inapropiado de los mecanismos que regulan la atención, la reflexividad y la actividad. El diagnóstico del TDAH parte del modelo con que se realice, para el el CIE-10 el trastorno hipercinético requiere la presencia de un número mínimo de síntomas en las tres dimensiones sintomáticas (inatención, hiperactividad e impulsividad). Entre tanto, en el TDAH del DSM-5 publicado en 2013, el trastorno es concebido en las dimensiones sintomáticas de inatención e impulsividad y de hiperactividad, y permite hacer el diagnóstico con un mínimo de síntomas en cada una de estas dimensiones, además el TDAH deja de ser un trastorno de la conducta para englobarse dentro de los “trastornos del neurodesarrollo”, en la misma categoría que la discapacidad intelectual, los trastornos del espectro del autismo, los de la comunicación o los del lenguaje, esto implica un agravamiento de la impresión social y clínica que acompaña el diagnóstico y al no excluir la comorbilidad, el paciente termina poli medicado. Por otro lado se sube el umbral de debut de los 7 a los 12 años, incluyendo el diagnóstico en adultos que hayan presentado cinco manifestaciones retrospectivas del déficit antes de los 12 (recuerdo subjetivo) y que en el momento del diagnóstico presenten síntomas que interfieren de forma significativa en el rendimiento escolar o laboral.

 

Aunque la mayoría de los niños muestran algunos comportamientos de falta de atención e hiperactividad, el problema estriba en que la poca tolerancia y expectativas del entorno lleva a diagnósticos erróneos realizados tras considerar las consecuencias de los patrones de conducta de los niños no tratados correctamente (Parens y Johnston, 2009) (Miranda et al., 2005). Por otro lado varios estudios como el realizado en ratas por NIH y del Hospital McLean / Harvard Medical School sugieren que el uso de medicamentos estimulantes del SNC en los niños con diagnóstico equivocado de TDAH puede conducir a un mayor riesgo de desarrollar los síntomas depresivos en la edad adulta, de hecho el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas publicó “la metanfetamina (uno de los medicamentos más comercializados para el TDAH) puede causar muchos efectos dañinos como problemas para dormir, paranoia, agresividad y alucinaciones”, lo cual es complejo ya que los trastornos del sueño son comunes en niños hiperactivos agravando la patología, de hecho se estima que el 40% de los niños entre 2 y 6 años padecen terrores nocturnos.

Esta controversia aunada a las diferentes causas etiológicas expuestas entre los criterios de DSM5, de la Asociación Americana de Psiquiatría, y a la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) de la OMS generan discrepancias entre los profesionales en cuanto al tratamiento más eficaz. Si nos basamos en los datos de publicaciones y estudios realizados (Jensen y Cooper, 2002; Reiff y Tippins, 2004) es evidente que la intervención farmacológica, es la más usada, aunque el tratamiento multimodal desde el inicio (combinación de medidas farmacológicas, psicosociales y educativas) ha ido cambiando el panorama, de hecho las aproximaciones exclusivamente farmacológicas en salud mental mejoran la sintomatología, pero no corrigen ni favorecen que se resuelva el conflicto y/o evolucionen de forma positiva las dinámicas en una familia disfuncional, por ello la medicina integrativa aconseja un diseño personalizado teniendo en cuenta las características del paciente, el tipo de trastorno, comorbilidad, pautas educativas y de relacionamiento con terapias de tipo natural, sin efectos secundarios, por ejemplo los medicamentos homeopáticos no procuran la supresión de los aspectos de la conducta de un niño-adolescente, trabajan modulando sus procesos fisicoquímicos que impactan sobre ella.

 

Tras realizar un cambio en el abordaje adicionando a la terapia conductual ANX-OHM + OHM INS se logrará:

• Mejorar el control a nivel de comportamiento (impulsividad) y los patrones del sueño

• Disminuir la hiperexcitabilidad 

• Favorecer la concentración

OHM PHARMA

Alteraciones Psicológicas

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ANX OHM

®

¡No los límites, potencia sus habilidades!

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POSOLOGÍA: Aplique 3 spray sublingual, 3 veces al día. En crisis cada 15 minutos por 2 horas, E.S.M.

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OHM INS

®

¡Si ELLOS duermen, TODOS duermen!

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POSOLOGÍA: Aplique 1 a 3 sprays bajo la lengua cada 30 minutos, iniciando 2 horas antes de ir a la cama. En despertar nocturno aplicar 1 spray cada 15 minutos, ESM..

Bibliografia:

1. http://www.um.es/analesps/v26/v26_2/17-26_2.pdf

2. (Cartwright-Hatton, McNicol, & Doubleday, 2006; Chorpita, Albano, & Barlow, 1998; Costello, Egger, & Angold, 2005; Essau, Conrado, & Petermann, 2000; Muris, Mayer, Bartelds, Tierney, & Bogie, 2001).

3.(hasta un 75% según Kessler et al., 2005)

4> (Hernández-Guzmán, 1999; Kessler et al., 2005; Shear & Mammen, 1997) 5> (Avenevoli et al., 2001; Chorpita, et al., 1998; Essau, Conradt, & Petermann, 2000; Kessler, 1994; Kessler et al., 2005). 

6> (Anderson, 1994; Kendall, Kortlander, Chansky, & Brady, 1992; Manassis, 2000) 7>(Essau et al., 2000)

7. http://www.usc.es/revistas/index.php/ie/article/view/2913/3926.

SUBINDICE ¹⁰²³⁴⁵⁶⁷⁸⁹

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